Ayer, día 26 de octubre, tarde de teatro en Heidelberg. ¿La obra? Una maravillosa interpretación de "Das Urteil", de Franz Kafka, ni más ni menos. La representación tuvo lugar en el Taeter Theater de Heidelberg, un modesto pero acogedor local con un aforo que apenas si podía albergar a 100 personas. Se llenó algo más de la mitad. En medio del escenario, de pequeñas dimensiones, se divisa una sobria silla, rodeada por una serie de palos de madera, cuyas extremos superiores se encuentran en un punto concéntrico, dando la sensación de que la silla está dentro de una cabaña. Pasa un minuto cuando un hombre, el único actor de la obra, entra en escena. Al poco tiempo comienza a hablar. Sé que todavía no estoy preparado para entenderme con el alemán de Kafka, pero la expresividad del Schauspieler, combinada con su entonación, me facilitaron sobremanera la comprensión de ese oscuro lenguaje que a veces puede caracterizar a Kafka. Y durante una hora se enfrenta una sola persona a un texto complejo, no diseñado expresamente para ser representado en teatro y con la única ayuda de un sencillo jeugo de luces, un escenario, una silla y varias tablas de madera. Son ya las 21:00. Acaba la función. Aplausos. Salgo a la calle. La lluvia inunda Heidelberg.
sábado, 27 de octubre de 2012
sábado, 13 de octubre de 2012
Oh Heidelberg, du schöne!
La verdad es que estaba escribiendo un artículo más extenso sobre mi experiencia en Heidelberg, un relato más cronológico, sin embargo esta tarde me saltó la inspiración. Empiezo, pues, in medias res porque realmente así es como se recuerda la vida, sin ningún orden temporal o geográfico, resaltando los momentos que nos exija nuestro ánimo. Éste es el resultado:
13/10/ 2012.
Hoy he decidido salir a explorar los alrededores de la ciudad de Heidelberg. Ahora marcho en dirección a la pequeña localidad de Neckargemünd. La mala caligrafía se debe al irregular traqueteo del autobús. Son cerca de las 3 de la tarde. Almorcé sobre las 12:30 y me recreé en los innumerables atractivos que circundan al río Neckar: El alte Brücke, la arquitectura de los edificios situados a orillas del Neckar...
Heidelberg está siendo una experiencia inigualable y, desde luego, enriquecedora. Es asombroso cómo la mente humana se acaba acostumbrando a los bellos paisajes, las lenguas foráneas, las leyes de cortesía que rigen la vida de los nativos, etc.
Heidelberg es una ciudad diversa y cosmopolita, donde se dan cita personas de todas las edades, países, tribus urbanas y religiones. La gente no parece sentir incomodidad por esta realidad. La ciudad, los edificios, los coches, las casas se unen en perfecta simbiosis con la vida natural de la zona. Aunque aún es muy pronto para afirmar esto, parece que el otoño es la estación que mayor belleza brinda a Heidelberg. La policromática gama de árboles, con sus hojas cayendo al suelo imprimen una estampa idílica en los ojos de este viajero.
Los alemanes son plenamente conscientes del tesoro que albergan a pocos metros de sus moradas y tratan por todos los medios de mantener una ciudad limpia, sana y sin rastro de contaminación. Prueba de ello son los extensísimos carriles para bicicletas por los que circulan miles de personas cada día, la popularidad - y eficiencia - del transporte público y los contenedores de reciclaje en cada esquina de la ciudad. Al tratarse de una ciudad universitaria, la oferta cultural es rica, barata y abundante. Todos los días hay cosas que hacer. Aquí hallarían su paraíso tanto amantes de la literatura, como cinéfilos y melómanos empedernidos. También es ciudad de poetas y teatros. Yo mismo iré el día 26 a ver una obra de teatro basada en la historia de Kafka Das Urteil (El juicio). El megáfono del autobús me avisa de que se acerca mi parada, así que os tengo que dejar. Neckargemünd me aguarda ¡Saludos!
13/10/ 2012.
Hoy he decidido salir a explorar los alrededores de la ciudad de Heidelberg. Ahora marcho en dirección a la pequeña localidad de Neckargemünd. La mala caligrafía se debe al irregular traqueteo del autobús. Son cerca de las 3 de la tarde. Almorcé sobre las 12:30 y me recreé en los innumerables atractivos que circundan al río Neckar: El alte Brücke, la arquitectura de los edificios situados a orillas del Neckar...
Heidelberg está siendo una experiencia inigualable y, desde luego, enriquecedora. Es asombroso cómo la mente humana se acaba acostumbrando a los bellos paisajes, las lenguas foráneas, las leyes de cortesía que rigen la vida de los nativos, etc.
Heidelberg es una ciudad diversa y cosmopolita, donde se dan cita personas de todas las edades, países, tribus urbanas y religiones. La gente no parece sentir incomodidad por esta realidad. La ciudad, los edificios, los coches, las casas se unen en perfecta simbiosis con la vida natural de la zona. Aunque aún es muy pronto para afirmar esto, parece que el otoño es la estación que mayor belleza brinda a Heidelberg. La policromática gama de árboles, con sus hojas cayendo al suelo imprimen una estampa idílica en los ojos de este viajero.
Los alemanes son plenamente conscientes del tesoro que albergan a pocos metros de sus moradas y tratan por todos los medios de mantener una ciudad limpia, sana y sin rastro de contaminación. Prueba de ello son los extensísimos carriles para bicicletas por los que circulan miles de personas cada día, la popularidad - y eficiencia - del transporte público y los contenedores de reciclaje en cada esquina de la ciudad. Al tratarse de una ciudad universitaria, la oferta cultural es rica, barata y abundante. Todos los días hay cosas que hacer. Aquí hallarían su paraíso tanto amantes de la literatura, como cinéfilos y melómanos empedernidos. También es ciudad de poetas y teatros. Yo mismo iré el día 26 a ver una obra de teatro basada en la historia de Kafka Das Urteil (El juicio). El megáfono del autobús me avisa de que se acerca mi parada, así que os tengo que dejar. Neckargemünd me aguarda ¡Saludos!
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